viernes, 13 de mayo de 2011

NOTA DE GONZALO PERERA

LA CADUCIDAD DEL ESTADO.   Gonzalo Perera.     La Ley de Caducidad no trata meramente de las violaciones a los Derechos Humanos acaecidas en la dictadura. Es la expresión jurídica del núcleo del proceso dictatorial fascista: la destrucción del Estado ...para beneficio del gran capital.     Las casualidades existen. El que Uruguay haga un gol en un partido en el momento en que yo me rasque una oreja, no me hará rascar frenéticamente a la búsqueda de una goleada celeste.   De igual modo, hay coincidencias que no son casualidad. El que todos los objetos que uno lanza desde un quinto piso coincidan en hacerse papilla contra el suelo no es casualidad. Es la manifestación de la ley de la gravedad, fenómeno objetivo y netamente causal.   El distinguir cuando coincidencias o similitudes son simples casualidades o expresiones de un proceso objetivo y causal, es clave para la comprensión del mundo que nos rodea, y una de las bases del método científico.   La dictaduras fascistas que vivimos en todo el Cono Surno no fueron el capricho de algún militar que distribuía las “eses” al azar en su oratoria. Fue el plan del imperio para la región: desarrollar a plenitud del estadio más salvaje del capitalismo. Lo cual implicaba destruír por completo algunos aparatos estatales de niveles de bienestar considerables, más allá de que el tiempo los hubiera impregnado de vicios, como el estado batllista en Uruguay o el estado peronista en Argentina. Patria financiera, desprotección absoluta del obrero, eliminación de prestaciones sociales para alivianar los costos del capital: El programa de la Escuela de Chicago lo vivimos a cabalidad en todo el cono Sur. La bestialidad de la expoliación y la insatisfacción social resultante, hacían imprescindible la instalación de regímenes dictatoriales salvajes y coordinados. El golpe de Estado militar, la atroz represión, la sistemática violación de los derechos humanos fueron herramientas claves para viabilizar el atraco masivo a los pueblos del sur. Este es el grosero resumen de lo que vivió nuestro país desde mediados de los setenta a mediados de los ochenta.   ¿Qué ocurrió entonces?   Entre mediados de los 80 y principios de lo 90 tuvimos en el Sur la Ley de Caducidad, las Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, etc. Para los 90, nos tocó la fiesta del liberalismo destemplado, los años de Menem en Argentina y Lacalle en Uruguay , el intento de vender el Estado entero y mantener las relaciones carnales con los Estados Unidos. Todo ello, estricta aplicación del Consenso de Washington.   ¿No es notoria la similitud entre los procesos de ambas décadas?   En la raíz está el proceso económico, la apertura de las riquezas naturales y de los mercados del sur a la libérrima acción de los grandes capitales transnacionales, diseñada por el imperio. Ese proceso es protagonizado por políticos, por economistas, por civiles. En su resguardo, se tiene siempre en la manga el as de bastos de la presión militar.   ¿Qué diferenció ambos procesos?   En los 70, el estado de la guerra fría, el ejemplo cubano, la alta organización popular y tensión social, hicieron que el imperio apostaran a desenfundar las armas.   En los 90, ya no había contexto internacional para aventuras armadas. Pero tampoco eran necesarias para pulverizar el Estado. La construcción ideológica gestada por la dictadura y la desmovilización post-dictatorial inducida por el status quo, hacía pensable realizarlo por la vía política. Y en Argentina se logró, mientras felizmente en Uruguay el pueblo lo impidió. Pero guardar el “factor militar” como elemento de disuasión, era absolutamente funcional a ese proyecto. Habia que proteger la integridad de la “familia militar”, no se podía ni prescindir del “cuco” ni entregar al soldado al fiel servicio de la patria financiera (que presumiblemente sabría mucho sobre dicha patria y sus beneficiarios civiles, además).   ¿Qué pasa hoy?   Decididamente no hay contexto alguno para intentonas golpistas, pero no son en absoluto necesarias. Incluso no es claro que sea necesario que el poder político vuelva a los partidos tradicionales para limar la incidencia del Estado. Hay dentro del FA proyectos de liberalización y privatización. Y si la Ley de Caducidad cae, viendo el proceso acaecido en Argentina, que tras condenar a los militares involucrados en las violaciones de los derechos humanos ha comenzado a indagar- con toda justicia- a los responsables civiles (caso Papel Prensa, caso Martínez de Hoz, etc.) surgen algunas conclusiones:     1. Hay dirigentes políticos opuestos a la caída de la Ley de Caducidad porque la temen preámbulo de reclamos sobre su responsabilidad en la gestación del proceso dictatorial y de su razón de ser: el desmantelamiento del Estado.     2. La ley de Caducidad no refiere a la pretensión punitiva del Estado. Es la primera muestra de la pretensión de hacer Caducar al Estado entero, de minimizarlo para abrir las puertas al gran capital privado trasnacional, entregándole nuestros recursos naturales y posibilidades de generación de valor.       3. Sin establecer ninguna ligazón mecánica entre un tema y otro, las disidencias dentro del FA sobre la Ley de Caducidad son reflejo de una discrepancia mayor e infraestructural, sobre las estrategias de desarrollo en el contexto internacional, el rol del Estado y el papel de las clases trabajadoras en ellas.     No estamos discutiendo la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. Comenzamos a discutir abiertamente sobre la Pretensión de Caducidad del Estado y esto pone en evidencia disputas al interior del gobierno y del FA.     Por esto, con paciencia y serenidad, esta discusión la debemos enfrentar con la mayor firmeza, sin virazones ni concesiones, ni caer en provocaciones.Ver más

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