domingo, 5 de junio de 2011

INTERVENCIÓN DE LUIS PUIG EN LA SESIÓN DEL 19/5/11

 INTERVENCION DE LUIS PUIG ENLA SESION DEL 19/5/2011
SEÑOR PRESIDENTE (Luis Lacalle Pou).- Tiene la palabra el señor Diputado Puig.
SEÑOR PUIG.- Señor Presidente: algunas intervenciones de Diputados preopinantes me han hecho variar el orden de mi intervención.
            En primer lugar, quiero señalar: ¡pobre de aquella sociedad que entienda que pasó el tiempo de los derechos humanos! ¡Pobre de aquella sociedad que entienda que este Parlamento hoy no debe discutir sobre la impunidad ni sobre la vigencia plena de los derechos humanos! Nos importan todos los muertos: los de hoy y los de hace treinta y cinco años. Por lo tanto, me voy a permitir homenajear en Sala la memoria permanente de Zelmar Michelini, de Héctor Gutiérrez Ruiz, de Rosario Barredo, de William Whitelaw y del doctor Liberoff, porque en esta fecha se están cumpliendo treinta y cinco años del secuestro y asesinato de los cuatro nombrados en primerísimo lugar.
            Hoy no estamos debatiendo cómo laudamos el pasado; estamos debatiendo cuál es el mensaje democrático categórico hacia el futuro, hacia las nuevas generaciones de uruguayos, cuáles son los valores que entendemos se deben desarrollar en esta sociedad. Ninguna sociedad sana puede basarse en la impunidad y en la mentira. No podría entenderse que jóvenes que no habían nacido cuando la dictadura militar, que no habían nacido cuando se aprobó la ley de caducidad, se hubieran empeñado en la tarea de construir verdad, justicia y memoria en nuestro país.
            Hace pocos días esta Cámara, con plena justeza, recordaba y homenajeaba a las víctimas del holocausto del pueblo judío, del pueblo armenio y de otros colectivos. Yo creo que ese reconocimiento a las víctimas del holocausto es lo que ha permitido ir generando una memoria que venciera la impunidad. Los líderes nazis, responsables del genocidio, del holocausto del pueblo judío, fueron juzgados al final de la guerra por leyes que no estaban establecidas en el Estado alemán, pero quedaba claro que la comunidad internacional no podía entender que torturar, asesinar, hacer desaparecer, fuera aceptado como algo lícito. Por eso, lo mismo que reclamamos para las víctimas de los holocaustos en el mundo, reclamamos para la memoria de nuestros pueblos, los del Cono Sur de América asolada por el terrorismo de Estado. ¿Para qué? ¿Para regodearnos con el pasado? No. Para asegurar el nunca más dictadura, nunca más terrorismo de Estado.
            Se ha dicho en esta Sala que el proyecto que hoy la bancada del Frente Amplio trae a consideración se presume inconstitucional. Lo que no se presume inconstitucional, sino que está demostrado y definido por la Suprema Corte de Justicia que es inconstitucional, es la ley de caducidad. Esta ley violó flagrantemente la Constitución de la República, y hay partidos en este país que quieren seguir manteniéndola, y no es porque haya dudas que impidieron actuar al Poder Judicial; durante décadas se la mantuvo. Y hablar de ley de caducidad y de su permanencia es hablar de la impunidad que generó en el país. Esa impunidad que le negó a las víctimas del terrorismo de Estado acceder a una justicia independiente; esa impunidad que impidió que los familiares de los detenidos desaparecidos encontraran a sus seres queridos; esa impunidad que perpetúa la tortura treinta años después, cuando hay madres que siguen muriendo sin saber qué pasó con sus hijos. Esa es la impunidad que se construyó. Sinceramente, señor Presidente, no creo que vaya en beneficio de los valores democráticos seguir manteniendo esa impunidad, porque ese es un mensaje hacia el futuro, es un mensaje de cuáles son los valores que impregnan una sociedad. Y la ley de caducidad, y no solo esta sino la construcción de una política de impunidad durante cuatro gobiernos que sucedieron a la dictadura, generaron una cultura que después se hace carne en la sociedad. ¿Podemos disociar acaso formas de violencia, como la violencia doméstica, en una sociedad enferma de impunidad, donde dar un golpe de Estado, torturar, asesinar, secuestrar niños y suprimirles su identidad está validado? ¿Cuáles son los valores en derechos humanos que estamos incorporando? Acá se dice que no estamos discutiendo los temas del terrorismo de Estado, pero ¡por supuesto que estamos discutiendo eso! Después de que Presidentes de la República en el pasado dijeron que en Uruguay no hubo desaparecidos, que no hubo niños desaparecidos, que eso fue una práctica de Argentina, nos enteramos que el 4 de octubre de 1976, en un vuelo de la Fuerza Aérea uruguaya fueron trasladados uruguayos y argentinos y entregados a las Fuerzas Armadas uruguayas, entre los cuales estaba la persona que configuró el caso por el cual se expidió la Corte Interamericana de Derechos Humanos: de María Claudia García de Gelman. Era una joven de diecinueve años, con un embarazo casi a término, que fue mantenida en cautiverio, secuestrada por las Fuerzas Armadas. Esperaron que tuviera a su hija, posteriormente la asesinan y entregan a la niña a un jerarca de la Policía. Lo que estamos discutiendo es si vamos a tolerar ese tipo de aberraciones. Acá no estamos hablando de revanchas ni de odio. No queremos que se torture a los responsables. No; queremos que la verdad y la Justicia abran un camino democrático en un mensaje de derechos humanos.
            Acá se han hecho varias referencias ‑nosotros las respetamos‑ a acciones de enfrentamiento a la dictadura. Nosotros respetamos ese sentimiento que tienen varios integrantes de este Cuerpo. Cuando homenajeábamos al "Toba" Gutiérrez Ruiz, homenajeamos a ciudadanos blancos que enfrentaron la dictadura.
            Hace poco tiempo, en el trigésimo aniversario del plebiscito de 1980, en el que el pueblo uruguayo se expresó por el "No", se dijo que todos habían enfrentado a la dictadura y eso no es cierto. En 1980, con una carga a cuestas de represión sobre el conjunto de la sociedad ‑eso es el terrorismo de Estado‑, se vivía el verdugueo de nuestros jóvenes, el encarcelamiento, el no respeto a las libertades, con decenas de desaparecidos, y había una vieja porfiada y testaruda que hoy nos marca que el camino por verdad y justicia estaba antes y seguirá después de esta noche. Me refiero a "Tota" Quinteros, que en la década de 1980, en los foros internacionales denunciaba el terrorismo de Estado. En este país muchos resistían la dictadura y algunos la apoyaban. La apoyaban inclusive en el plebiscito de 1980. En 1980 hubo expresiones públicas a las que me voy a referir, ya que se pedían hechos sustanciales y no valoraciones subjetivas. Se trata de algo que no escribimos nosotros sino que es una fotocopia del diario "El Debate" ‑órgano del Herrerismo‑, que el domingo 30 publicaba: "El Herrerismo vota Sí.-Votan por el Sí.- Herrerismo.- Ruralismo.- Colorados con Pacheco.- Restauración Nacionalista.- Colorados y Batllistas". Además, decía que también votaban por el Sí "todos aquellos ciudadanos que desean seguir como en el presente con igual seguridad pública, en completa paz interna, afirmando la soberanía".
            No todos resistimos la dictadura en este país y hay que tener la honestidad intelectual para decirlo, porque sobre la verdad histórica también hay que construir nuevas conductas.
            Nosotros respetamos las diferentes posiciones que se han marcado desde siempre contra el autoritarismo y el terrorismo de Estado. Pertenecemos a un partido, a una fuerza política, como el Frente Amplio, que tiene el sano orgullo de poder decir que no aportó un solo Ministro ni un solo Consejero de Estado a la dictadura. Eso sí, por miles, nuestros compañeros junto con los militantes del movimiento sindical, fueron encarcelados, torturados y desaparecidos. Pero, por sobre todas las cosas, más que los militantes sufrió el conjunto de la sociedad en nuestro país, porque no se puede desconocer que no estamos hablando de una guerra. El 27 de junio de 1973 no había guerra en este país. Se instaló el terrorismo de Estado sobre el conjunto de la población y eso es lo que estamos analizando.
            El Estado tiene la obligación de reparar el daño cometido y no cabe duda de que hay herramientas para hacerlo. Este proyecto interpretativo no es la solución al tema de la impunidad, sino que es un paso fundamental para empezar a desentrañar la madeja que nos permita avanzar en verdad y justicia. Se llega al dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque hubo quienes entendieron que no había pasado el tiempo de los derechos humanos. La justicia, que se negó internamente en el país, hizo que se presentaran casos ante los tribunales internacionales, que no incurrieron en ninguna injerencia en nuestro país. El Estado uruguayo, libre y soberanamente, en 1985 adhirió a esa Convención y en definitiva al dictamen inapelable de la Corte Interamericana. Vamos a seguir trabajando porque no es cierto que ese dictamen no mandate al Parlamento. El dictamen plantea que los tres Poderes del Estado uruguayo deben planificar la eliminación de obstáculos como la ley de caducidad y las diferentes estrategias que se han seguido para evitar la justicia en nuestro país.
            Por lo tanto, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo tienen un papel que cumplir, que no es hacia el pasado, sino que es establecer con absoluta claridad que no hay caducidad para el derecho a la vida, para el derecho a no ser torturados y para el derecho a no ser desaparecidos. Como integrantes del Frente Amplio estamos trabajando en eso y vamos a seguir haciéndolo, porque votando este proyecto interpretativo esta noche no habremos resuelto el tema de la impunidad, sino algunos aspectos que nos permitirán transitar el camino de plena acción de la justicia.
            Al mismo tiempo, quiero señalar que el camino que nos han marcado ciudadanos de diferentes partidos que enfrentaron la dictadura, que siguen pensando que el tiempo de los derechos humanos es ahora y por siempre, nos demuestra que esta lucha es larga, que tiene avances y retrocesos, logros y derrotas. Pero ninguna de esas derrotas ha logrado desinteresar a los uruguayos en el sentido de que no es posible construir una mejor sociedad si no terminamos con la impunidad. Cuando decimos que hay que terminar con la impunidad, nos referimos a que hay que avanzar en una cultura distinta, que valore la vida y los derechos humanos.
            Por otra parte, quiero mencionar un aspecto que no voy a tomar como central. Me refiero a lo que se dijo en Sala en el sentido de que pague el Frente Amplio. ¿Tendremos que pagar más? ¿No se aportaron unos cuantos miles de presos, torturados, desaparecidos y trabajadores que fueron echados de sus lugares de trabajo por llevar adelante la batalla democrática más fundamental en la historia moderna del Uruguay, que fue la huelga general en contra de la dictadura? Si tenemos que pagar más, los frenteamplistas estamos dispuestos a pagar el precio que sea para que esta sociedad sea más sana, más justa, más solidaria y sin impunidad. Por eso estamos convencidos de que este proyecto que hoy traemos a consideración del Cuerpo va a favor de la vida y de los derechos humanos. Y esta fuerza política se plantea como una acción fundamental construir todos los días. Que nadie piense que la lucha por los derechos humanos termina esta noche; la lucha por los derechos humanos es permanente.
            Muchas gracias, señor Presidente.

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